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Para los morelenses, el acueducto de San Carlos, en Yautepec, representa mucho más que los cuatro arcos que se asoman en la carretera Cuernavaca-Cuautla. La construcción de 1608 es parte de la rica historia del Morelos cañero y azucarero, del aguerrido pueblo de la Revolución del Sur y de la inspiración de una de las grandes vertientes de la literatura mexicana, la novela revolucionaria. Y también es una buena parte del anecdotario de Yautepec, San Carlos y Cocoyoc, que debe incluir, tristemente, los frecuentes incidentes viales que han dañado su forma y estructura.

Testigo de la historia de Morelos desde la época colonial, el paso de agua de Yautepec a San Carlos es parte de la identidad del municipio, como lo muestra el amor que la gente de la región le tiene a la larga arcada cuya conservación ha sido una tarea difícil para el municipio, el estado y la Federación.

Los problemas de deterioro por la edad, la falta de mantenimiento y la humedad que padece el trayecto del acueducto se agravan precisamente en la zona bajo la que fue construida la carretera que también comunica a los pueblos de San Carlos, Cocoyoc y a la cabecera del municipio. Los incidentes viales son frecuentes, transportes de carga que se quedan atorados bajo la arcada, o que la golpean a su paso son escenas tristemente comunes, aunque su gravedad es diversa. Uno de los mayores daños fue provocado en el 2021, cuando un transporte de tuberías para drenaje provocó el derrumbe del pretil, y dos de los arcos perdieron su forma.

Parte del problema del paso es la acumulación de material de encarpetamiento que ha reducido la altura permisible para librar los arcos, según el diagnóstico del Ayuntamiento de Yautepec. La otra parte sin duda deriva de la indolencia de los transportistas de carga y pasajeros que recorren la zona sin la precaución debida, y sin respetar el límite máximo de altura, lo que sigue provocando daños que comprometen cada vez más la integridad del monumento. En este sentido, los esfuerzos del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del ayuntamiento para conservar el monumento languidecen frente a la frecuencia de los daños provocados por la imprudencia.

Se vuelve necesario repensar la ingeniería vial en la zona: la habilitación de un paso alterno para transportes de carga y autobuses de pasajeros, la reparación integral del tramo carretero para recuperar la altura original del acueducto y hasta las banquetas que se han perdido, la vigilancia permanente para evitar los daños son capítulos urgentes para evitar que el INAH tenga que seguir gastando recursos materiales y humanos y tiempo en la rehabilitación del acueducto. El instituto tiene mucho trabajo pendiente en la recuperación de monumentos históricos dañados por el sismo de 2017 y en la proyección de la conservación futura del patrimonio cultural de Morelos como para sumarle tan seguido reparaciones de un acueducto que todos deberíamos de cuidar.