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Al parecer los vecinos del municipio de Ocuituco se cansaron de seis años de promesas incumplidas y antes de que su administración municipal termine decidieron reclamar que se concluyan diversas obras que se había prometido y que, al parecer, corren el riesgo de no poderse finalizar.

Varios vecinos del municipio coincidieron en la presidencia municipal y ante la falta de atención a sus viejas demandas decidieron tomarla: quemaron papeles y se llevaron al poblado de Huecahuaxco al director de Obras Públicas, José Ángel Aldama, ahí amenazaron con lincharlo y exigieron que no se enviara a la fuerza pública porque, si no, “harían sonar las campanas”, para convocar a la comunidad y escalar el conato.

Recriminaron al presidente municipal que dejara que la situación se deteriorara: “tú dejaste que las cosas se vinieran empeorando, tú dejaste que no acabarán las obras, pues no tendríamos por qué hacer esto”. La policía que alcanzó a llegar a Huecahuaxco fue expulsada de la población.

Los vecinos reclaman que hay dos obras de importancia para la comunidad que debieron haberse concluido desde hace dos años.

Hasta el cierre de esta edición, el funcionario municipal permanecía en cautiverio y las inmediaciones de la población eran resguardadas por policías de Ocuituco, Tetela del Volcán y Yecapixtla.

Recientemente ha habido diversos casos parecidos de vecinos que han decidido enfrentarse incluso a la Guardia Nacional -como en septiembre, en Ocotepec- o que han intentado deponer a sus presidentes municipales tras ser amenazados, como hace un año en Zacualpan de Amilpas.

Si bien se podría comprender el hartazgo de los vecinos por las promesas rotas de políticos, debe llamarnos la atención su falta de fe en que las cosas se pueden solucionar de manera legal -si se han desviado recursos y se han dejado sin hacer obras presupuestadas, debería haber sanciones- o electorales, para cambiar de representantes y buscar alguno que se comprometa en serio, aunque eso, naturalmente, lo suelan hacer todos los políticos en campaña.

Desde luego sabemos por qué la ciudadanía ha perdido la fe en las instituciones, por qué comunidades enteras se deciden a amenazar a la policía y actuar prácticamente como banda criminal: porque los caminos institucionales han fallado una y otra vez.

De ninguna forma se puede justificar el uso de la violencia para solucionar ningún problema, pero se puede entender por qué algunos piensan que solo mediante amenazas de linchamiento y tratar de tomar la justicia en sus manos, se les va a prestar atención a sus demandas. Es todo un tema para recapacitar en tiempos electorales, mientras tanto, esperemos que el problema de Ocuituco se arregle pacíficamente y sin que haya nada que lamentar.