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Más de 30 mil morelenses de entre 6 y 14 años no acuden a escuelas primarias y secundarias del estado. A esta cantidad habría que sumar otros miles de niños que, por efecto de la pandemia, no han desarrollado las habilidades mínimas para estar en el nivel que actualmente cursan. Pocas veces antes habríamos entendido la magnitud del proverbio africano que asegura: “para educar a un niño hace falta la tribu entera”, un dicho que, en el Morelos de hoy requeriría la atención de todos y principalmente del Instituto de la Educación Básica (IEBEM), responsable directo de la administración y operación del sistema educativo estatal.

La colección de omisiones y desatenciones que ha significado en los últimos cinco años la dirección del IEBEM es, por lo menos en una gran parte, responsable de la crisis que la educación morelense padece y que compromete el futuro del estado. El abandono en que ha tenido a las comunidades escolares, a los planteles, al apoyo técnico pedagógico necesario para superar la crisis derivada en parte por la pandemia, pero mucho más por errores y malas decisiones, por desatención e interés político, han resultado en profundizar una barrena que tendríamos que estar ya superando.

Los maestros han sabido defenderse de los abusos, las frecuentes denuncias, las quejas, las movilizaciones en contra de autoridades educativas omisas son frecuentes y en ocasiones han sido efectivas, igual que la gestión de una dirigencia sindical mucho más activa que su antecesora. Las recurrentes acciones de protesta evidencian la acumulación de pendientes en el sector educativo, donde cada vez son más las voces que denuncian o reconocen las fallas de una administración que no merece el magisterio morelense, comprometido siempre con la niñez y con la educación.

Lo más grave del sistema de problemas en que se ha convertido la educación en Morelos, toca a la niñez. Porque ellos no pueden defenderse, alzar la voz, reclamar que no están adquiriendo los saberes mínimos, ni las pésimas condiciones de las escuelas, la constante interrupción de actividades, la inseguridad que rodea a muchos planteles, la falta de acceso de miles de niños a la educación; condiciones que la autoridad educativa parece querer normalizar y que la sociedad entera, “la tribu” debería empezar a deplorar, porque en ello está el presente y el futuro de Morelos.

Los intereses políticos y electorales de los funcionarios deben esperar porque los pendientes en las escuelas son muchísimos y nadie en el IEBEM podría decir que su misión está cumplida, o que siquiera se ha acercado a ello.

Lo ideal sería siempre que las autoridades educativas fueran un ejemplo de virtudes y buen comportamiento. Muy distante es la realidad en Morelos y el cambio no debe esperar hasta octubre.