loader image

 

El “problema del agua” lo conocemos bien en Morelos, en donde aquella imagen de un estado pletórico de riquezas naturales y de agua en abundancia, se va acercando cada vez más al mito y a la leyenda.

Los activistas y protectores de la tierra se han quedado afónicos de tanto insistir en la importancia de cuidar nuestros cuerpos de agua y prevenir que los mantos acuíferos se sequen protegiendo al bosque y evitando usar los ríos y cañadas como vertederos industriales o basureros de comunidades enteras.

Estamos iniciando marzo y dos de nuestros cuerpos de agua más importantes por su producción piscícola, las lagunas de El Rodeo y Coatetelco, presentan una preocupante disminución en sus niveles de agua al grado que ya es frecuente que los pescadores terminen la jornada con sus redes vacías y que, por lo menos para este año, no puedan prever tener producto para vender en una de sus temporadas altas, como es la cuaresma.

Ciertamente el cambio climático y fenómenos meteorológicos como El Niño, han ocasionado sequía y lluvias intermitentes que no han sido suficientes para recuperar las presas y lagunas morelenses. La sequía afecta a la mayor parte del territorio nacional.

La Conagua detalló en su reporte de la primera quincena del mes de febrero del 2024, que el 74.91% del país presenta algún grado de sequía, en el “Monitor de Sequía de México” del 15 de febrero, 14 estados presentan un nivel de sequía extrema, listado en el que, por cierto, no aparece Morelos todavía, lo que nos permite imaginarnos el drama que deben estar viviendo los productores de Guerrero, Oaxaca y del Estado de México, por mencionar a los más cercanos.

En la Ciudad de México -territorio también enlistado dentro de la sequía extrema- crece la preocupación por la disminución del nivel del sistema Cutzamala -tan solo con el 38.6 por ciento de su capacidad- y se comienza a estudiar la posibilidad de racionar el líquido, como no ha sucedido en largo tiempo y como nunca había pasado por ausencia del agua.

En Coatetelco dicen que se necesitaría un temporal excepcional para que su laguna se recupere aunque sea un poco, cosa que es muy improbable que suceda.

El Banco Mundial calcula que durante las últimas cinco décadas la disponibilidad de agua por habitante en nuestro país cayó en un 60 por ciento, pues la disponibilidad de agua dulce pasó de 10 mil metros cúbicos por cabeza en 1960 a 4 mil en 2012 y así, es probable que en 2030 llegue a ser de 3 mil metros cúbicos.

Es por eso que los activistas y protectores de la tierra se han quedado sin voz. Este es un fenómeno que no se dio de la noche a la mañana, ha sido una crisis en cámara lenta que ha evolucionado sin que la tomemos en serio y hagamos algo por solucionarla pues hay que recordar que hemos permitido que la contaminación impere y que se desvanezcan los vasos que surten de agua los mantos acuíferos. El clima no despostó el escombro y la basura que se han apoderado de los ríos y en las lagunas. Un árbol que tardó años en crecer es talado clandestinamente en cuestión de minutos. ¿Cuándo comenzaremos a tomarnos en serio el “problema del agua”?