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Lamentablemente, los pronósticos de la propia autoridad en torno al aumento del crimen y la violencia en el estado se vuelven realidad cada mes que pasa. Desde el 2023, cuando el comisionado de Seguridad Pública de Morelos, José Ortiz Guarneros advertía que la violencia seguiría aumentando conforme se acercara el proceso electoral, prácticamente cada mes ha sido peor que el anterior. El incremento de 42% en los homicidios dolosos en enero prefigura una realidad que en los Estados modernos cuesta trabajo admitir: el mal también evoluciona. Es decir, la criminalidad crece y se convierte en la preocupación central de la ciudadanía; inquietud y angustia que sigue sin solución.

No sólo los homicidios dolosos han aumentado, también hay registros al alza en delitos como extorsión (280%), robos de motocicleta (34%), de autopartes (37%), a transeúnte en vía pública (21%). Todo ello frente a un gobierno que calla las cifras reales y lo mismo presume sus “buenos resultados” que pronostica que la violencia seguirá en aumento.

La realidad tendría que ser otra. Es evidente la evolución del mal y su instrumento más acabado, el crimen. Pero el bien también tiene posibilidades de transformarse y adaptarse a la cambiante realidad, y así lo demuestran los milenios de historia humana. Frente a lo áspero de la crueldad viciosa, se yerguen siempre las grandes obras de la humanidad, creaciones artísticas, hazañas deportivas, descubrimientos científicos, actos de caridad ejemplar, altruismo, sacrificio, para recordarnos siempre que otro mundo es posible. Basta con soñarlo y crearlo.

Alguna esperanza debería darnos que esta misma semana dos de las tres candidatas a la gubernatura, Margarita González Saravia y Lucy Meza Guzmán, trabajan en proyectos para construir la paz, predicados ambos a que el gobierno actual no permita que acelere más la degradación de la vida cotidiana en el estado. Es decir, Morelos tiene salvación en el futuro próximo siempre que haya aún un Morelos qué salvar. Resistir es la clave.

Porque si bien es cierto que la construcción de la paz corresponde a todos, también lo es que el monopolio de la fuerza de seguridad corresponde al Estado. Exigir no está de más, mientras continuamos la edificación de un Morelos mejor. No sería la primera vez que la ciudadanía del estado trabaja por sí misma en la construcción de proyectos de mejora; de hecho, las mejores sociedades del mundo tienen un componente importante de participación ciudadana.

Porque si algo nos ha enseñado la claudicación del gobierno estatal en materia de seguridad pública es que las cosas siempre pueden ser peores. La pregunta es si la ciudadanía está dispuesta a permitirlo. Más allá de colores partidistas y simpatías electorales, el trabajo por la paz corresponde a todos, y es hora de empezarlo desde el aporte, la crítica, la denuncia y la propuesta.