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La democracia en nuestro país aún está en desarrollo, poco a poco mexicanas y mexicanos de diversas generaciones han aportado su granito de arena para un edificio que aún está en construcción y que a muchos les implica salir de su esquema de confort para asumir que la política y la forma de organizarse de los ciudadanos mexicanos ha cambiado notablemente en los últimos años, como lo demuestra el hecho de que por primera vez en la historia nacional se vislumbra la posibilidad real de que la nación sea gobernada por una mujer y que también en nuestro estado la administración pública estatal sea encabezada por una de ellas.

Si bien la construcción de la democracia mexicana se ha logrado gracias al empuje de hombres y mujeres, a ellas les ha tocado tradicionalmente presenciar desde lejos la forma en que los cargos de elección popular son ocupados principalmente por personajes masculinos. La mayoría de los estados -como el nuestro- nunca han sido gobernados por mujeres y hasta hace poco se consiguió una relativa paridad en el Poder Legislativo federal, ni qué decir que la figura de “violencia política en razón de género” es de reciente creación.

En este contexto llama la atención el hecho de que en Morelos, aún antes de iniciar formalmente las campañas políticas, ya se hayan registrado 70 “medios de impugnación” ante el Tribunal Electoral por violencia política de género, la mayor parte de estos recursos giran en torno al proceso electoral en desarrollo, y algunas más abordan los obstáculos que han encontrado las mujeres para desempeñar cargos públicos.

Tocará a las Magistradas dilucidar si la justicia asiste a cada una de estas quejas, pero su existencia indudablemente es un indicador de que aún no asumimos a las mujeres como parte del aparato de decisión en la administración pública, que sean ellas las que tomen decisiones de gobierno y que nos digan a todos lo que hay que hacer. Por eso, el Instituto de la Mujer de Morelos decidió reactivar el Observatorio de Participación Política de las Mujeres que se encargará de atender violencia política en razón de género en el actual proceso electoral.

Vale la pena recalcar que estas vicisitudes tienen su origen en el género, algo biológico y natural, no en ideologías, afinidades políticas o propuestas de gobierno específicas. Simplemente lo que les ha incomodado a algunos es una situación de la que no son responsables sus víctimas y que no podrían dejar atrás aunque cambiaran de creencias o de partido político.

Esta irracionalidad, además, denota un aspecto cultural pernicioso, el de arquetipos como que las mujeres se ven más bonitas calladitas o que solo sirven para traer a los hijos al mundo y hacer tortillas. Ideas que ya eran arcaicas hace un siglo cuando en algunas naciones se batallaba por otorgarle a la mujer el derecho al voto.

La participación política de la mujer es crucial por varias razones. Primero, desde un punto de vista de justicia y equidad, las mujeres constituyen aproximadamente la mitad de la población y, por lo tanto, deben tener representación y voz equivalente en los espacios políticos y de toma de decisiones. Segundo, la diversidad de perspectivas mejora la calidad de las políticas públicas, ya que incorpora las necesidades y experiencias de un segmento más amplio de la población. Tercero, la presencia de mujeres en la política sirve como un poderoso modelo a seguir que puede inspirar a futuras generaciones y promover una mayor participación cívica entre las mujeres jóvenes, que es algo que todos deberíamos fomentar. La participación de la mujer en la vida de las naciones y la equidad de género, no son solo cuestiones de justicia social, sino también componentes esenciales de las sociedades democráticas robustas, inclusivas y resilientes.

Hacer realidad que en México y en Morelos “es tiempo de mujeres”, no basta con elegir como gobernante a una de ellas, aún hay muchos demonios que exorcizar y mucha basura que barrer en la vida nacional, ojalá que se empiecen estas tareas este mismo año.