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El Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) delegación Morelos, calcula que en nuestro estado alrededor del 65 por ciento de las empresas son informales, por lo que no gozan del apoyo financiero de la banca. Este fenómeno es coherente con las cifras de informalidad que imperan en el estado -65.6 por ciento, calcula el gobierno federal en su portal Data México.

Es tan informal un trabajador que vende sus artículos entre los autos detenidos en un semáforo, como el dependiente de un comercio al que no han dado de alta ante el IMSS, con todo lo que ello implica. El común denominador es que no pagan impuestos ni gozan de seguridad social con prestaciones como salud, acceso a créditos para vivienda, pensiones o cualquier derecho laboral.

La informalidad reduce la base impositiva del país y afecta la capacidad del Estado para financiar políticas públicas y restringe su capacidad para invertir en infraestructura, educación y salud, fundamentales para un desarrollo sostenible.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aproximadamente el 56 por ciento de la población ocupada en México se encuentra en la informalidad, cifra que, como anotamos más arriba, Morelos supera con holgura, aunque hay que señalar que el mercado laboral en el estado también incluye su actividad agrícola a la que se dedican núcleos enteros de población.

El impacto económico de la informalidad laboral en México, y en Morelos, tiene varios aspectos: por un lado, contribuye a la economía al proporcionar empleo y generar ingresos para millones de personas. Sin embargo, este beneficio inmediato se ve contrarrestado por consecuencias negativas a largo plazo. La informalidad limita la productividad al restringir el acceso a crédito para las empresas y reducir la inversión en capital humano. Lo que nos lleva de nuevo a las observaciones de Bancomext-Morelos.

Humberto Núñez Aldana, representante en el estado del órgano financiero en la nota que publicamos más delante de nuestra compañera Clara Viviana Meza, observa que una gran parte de los emprendedores morelenses “olvidan” formalizar sus iniciativas, además, tienen miedo a adquirir préstamos que les podrían generar compromisos legales por lo que usualmente buscan financiamiento también irregular.

Esto ya no lo dijo Núñez Aldana, pero es evidente que aquella situación expone al 65 por ciento de las empresas en Morelos a agiotistas o a células del crimen organizado, lo que, a la larga, resulta mucho más pernicioso no solo para los empresarios informales, sino para los hogares que se mantienen con el trabajo de sus empleados. No hay que olvidar que la propia Comisión Estatal de Seguridad ha reconocido que en Morelos la extorsión en un delito que va viento en popa en tierras morelenses pues en el último año creció ni más ni menos que un 20 por ciento.

La informalidad laboral es un círculo vicioso que tiene diversas ramificaciones pero, además de que los empresarios “recuerden” formalizar sus negocios y se decidan a pagar cuotas al IMSS, el gobierno debería buscar formas de simplificar trámites, racionalizar cuotas y revisar impuestos. Quizá convenga más que muchos paguen poco a que pocos paguen mucho, como proponía la iniciativa de incrementar el impuesto a la renta del gobierno estatal recientemente abortada y que, como se ve, solo hubiera agudizado el grave problema de la informalidad en el estado.