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El Día Mundial de Lucha contra la Depresión se conmemora cada 13 de enero. Se estableció para crear conciencia sobre este mal, un trastorno emocional que, a pesar de que se suele trivializar como un padecimiento temporal y pasajero del que se puede escapar fácilmente, afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud​​.

La depresión es un trastorno caracterizado por sentimientos persistentes de tristeza y pérdida de interés. Esta condición no solo afecta la salud mental y física de los individuos, sino que también tiene un impacto significativo en la economía y la convivencia social.

Los costos económicos asociados a este padecimiento incluyen pérdida de productividad laboral, gastos en tratamientos de salud, y un incremento en la carga para los sistemas de seguridad social. Según la OMS, la depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo, lo que impacta de manera importante en la economía y competitividad de las naciones.

En México, estudios del Instituto Nacional de Psiquiatría, indican que aproximadamente el 9.2 por ciento de la población ha sufrido depresión en algún momento de su vida. Aquí, la depresión afecta también a la economía nacional, y se estima que los trastornos mentales, incluida la depresión, cuestan al país alrededor del 5.2 por ciento del PIB.

Desde luego, Morelos este problema tiene sus características propias, aquí es un problema que se exacerba por el contexto de violencia e inseguridad, factores conocidos por incrementar el riesgo de trastornos mentales. La constante exposición a noticias sobre crímenes, secuestros, y otros actos violentos tiene un efecto tangible en el bienestar mental de toda la población.

De acuerdo a la psicóloga Miriam Maricela García López, terapista del Centro Cultural Quetzalcóatl en Temixco, entrevistada por nuestra compañera Clara Viviana Meza, el cuarenta por ciento de casos que atiende versan sobre la depresión, particularmente entre adolescentes y jóvenes adultos, aunque incluso ya se han detectado casos entre niños.

Además de la violencia y la inseguridad que puede afectar cualquier día a quienes representan la seguridad de los hogares morelenses, también se ha identificado como desencadenante a la falta de oportunidades laborales que sufren los jóvenes y que ven coartadas sus sueños no solo de emanciparse y formar una familia, sino hasta de aportar al mantenimiento de sus padres y hermanos.

Esta intersección entre la depresión y la inseguridad en Morelos crea un ciclo vicioso. La violencia y la criminalidad alimentan el estrés y la ansiedad, exacerbando los trastornos mentales. A su vez, una población debilitada por la depresión se encuentra menos equipada para enfrentar y superar los desafíos de un entorno inseguro. Además, quienes la padecen deben combatir el estigma cultural en torno a la salud mental en México que a menudo impide que las personas busquen ayuda.

La depresión es un reto para un sistema de salud que generalmente menosprecia los padecimientos mentales y para una sociedad acostumbrada a minimizar el dolor de quienes los experimentan y esto a pesar de que, particularmente la depresión, no solo afecta a quienes la sufren directamente, sino que también impacta las dinámicas familiares, las relaciones sociales y hasta la cohesión comunitaria.

Es un problema que todos debemos tomarnos más en serio.