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¿Es más peligroso un delincuente o más agresiva una banda criminal de Guerrero que las de Morelos? ¿de dónde viene el miedo a que de pronto nuestro estado se vea inundado por criminales del estado vecino?

Cabe recordar que, sin necesidad de pedirles sus actas de nacimiento, los delincuentes hacen prácticamente lo que les place en Morelos, baste ver los índices de criminalidad que crecen de manera constante conforme pasan los días.

La Comisión Estatal de Seguridad advirtió hace semanas que por los estragos originados por el huracán Otis en Acapulco, Morelos podría verse inundado por elementos de diversas bandas del crimen organizado que operan o son del estado vecino.

Sin embargo, a juzgar por las noticias, la delincuencia a encontrado la forma de seguirle complicando la vida a nuestros queridos vecinos, el mismo ejército se tuvo que hacer cargo del transporte público en Acapulco y las matanzas en la capital de aquel estado y en Pueblos Mágicos como Taxco no han disminuido a pesar, incluso, de la intermediación de los obispos guerrerenses.

No obstante, el Consejo Ciudadano de Seguridad considera urgente “blindar” la frontera de Morelos con Guerrero, aunque reconoce que en el estado operan ya bandas provenientes de otros estados, por ejemplo, algunas de Estado de México especializadas en robo de autopartes, delito, por cierto, en el que nuestro estado ocupa uno de los primeros lugares a nivel nacional. El Consejo también hizo un llamado al Tribunal Superior de Justicia para que procuren no liberar a delincuentes “nada más así porque sí”.

Sin embargo, cabe preguntarse lo que se entiende por “blindar” la seguridad pues desde mucho antes de que el huracán devastara la costa guerrerense, a Morelos han desfilado cientos de soldados, marinos y guardias nacionales que venían a “blindar” la seguridad en nuestro estado, y sus pobres resultados saltan a la vista.

Como señala el Consejo Ciudadano de Seguridad, Morelos también sufre de una crisis en la impartición de justicia, y eso tampoco es nuevo y es probable que la situación no cambie pronto pues peticiones, reclamos y exigencias de agrupaciones civiles y de particulares no han surtido efecto por lo menos en los últimos años.

No obstante, el del Consejo Ciudadano es un nuevo grito de auxilio que se suma a los muchos que ya existen. Una nueva llamada de atención sobre cosas que no están funcionando y un nuevo señalamiento de que la situación pudiera empeorar aún más. Ojalá alguien los escuche.

Sin embargo, vale la pena recordar que en su momento, la CES también advirtió de un incremento en la violencia política conforme se acercaran las elecciones y su forma de “blindar” a los candidatos y personas amenazadas fue un brazalete de emergencia para que pudiera acudir al auxilio “la patrulla más cercana”. Así, ni hacerse esperanzas.